martes, 12 de marzo de 2013

Machismo divino.

A pesar de que la memorable frase de Juan Pablo I: “Dios es Padre, pero sobre todo, es Madre”, encierre una ternura inconmensurable, nadie duda del sexo del Señor, o al menos la inclinación y preferencias que su actuación describe. Por si hay algún incrédulo u optimista que considera que Dios, como los ángeles, no tiene sexo, les aseguro que es varón.
De lo que tenía esperanzas hasta el momento es en su misericordia infinita que además de lavar pecados, coloque en paridad a hombres y mujeres. Para ello les debiera otorgar la misma posibilidad la ley divina, porque ya sabemos lo lejos que está la humana de colocar a mujeres al mismo nivel que los hombres.
Si Dios no es misógino, al menos es machista a través de sus enviados. Obtengo esta conclusión de considerar la reunión de 115 hombres castos que piden al Espíritu Santo que los ilumine para escoger al sucesor de Pedro. Todos hombres en conclave se votaran entre ellos y elegirán a uno de ellos. Nadie del exterior tiene derecho a ser papable, ni por supuesto una mujer lo será porque hasta hoy, y me temo, que, al ritmo que se mueve ese lento y discriminatorio mecanismo, pasaran siglos hasta que suceda lo contrario. No veremos a ninguna mujer católica votar ni ser elegida. Espero que los 2000 millones de católicos den algunas lecciones de lo que significa la igualdad.

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