martes, 23 de abril de 2013

La ilustrada Francia.

Gracias a dos acontecimientos de la Historia: la Guerra Civil Norteamericana y La Revolución francesa, la Humanidad es lo que hoy.
Por ello es tan difícil entender todo lo que se cuece por estos días en Francia alrededor de la aprobación de la ley que posibilita el matrimonio y la adopción personas del mismo sexo. Al menos desde fuera del escenario en que se desplaza la noticia por estos días, para mí, un mero espectador de telediario mascado y voraz lector de prensa de todas las posturas. 
Cómo es posible en un país que ha dado a la posteridad tantas luces y modernidades varias, se niegue a aceptar que con el otorgamiento de esos derechos al menos al 10 % de la población no se extirpa los del resto. Cómo hacer entender que se adopte a un niño por una familia monoparental es más favorecedor que criarse entre las sombrías paredes de un orfanato. O si se tienen dudas, dejen a elegir al futuro adoptado.
El temor a que el niño se convierta en homosexual por haber sido criado por homosexuales es un argumento tan absurdo como la pregunta a modo de respuesta. ¿Por qué se es homosexual entonces, habiendo sido criados en un ambiente o fruto o de una relación heterosexual? 
Se han visto escenas que me han decepcionado pero si una fue pintoresca y bochornosa fue ver a miembros de UMP abrasándose  y de brazos en una misma manifestación con el Frente Nacional, como si de compañeros de fila se tratase. Sin obviar que este ultimo, además de negar los derechos mencionados, a mi entender contraviene, con sus declaraciones y programa, los principios de la UE y la Déclaration des droits de l'homme et du citoyen misma.
El fervor de los franceses contrarios a la equiparación de derechos que otorga la norma no se ha visto en ninguno de los 13 países en los que se ha aprobado una similar, llegando a ataques a un local de ocio parisino, detenciones, violencia en las calles y dentro del hemiciclo. Ni la católica España recuerda esos extremos, sin obviar que el Partido Popular incendió el ambiente presentando un Recurso de Inconstitucionalidad contra la norma de Zapatero que no le impidió repetir legislatura con el auspicio de uno de los lobbys que lo aupó al poder y como Holande, con el paso de hoy, espera no defraudarlo.
El temor es incesante y la rabia de la oposición conservadora brutal. Me recuerda a la campaña electoral venezolana, donde un Maduro sin argumentos lanzaba mensajes homófobos contra Capriles basándose en que sobre su inteligente opositor se desconoce que yace hembra en su lecho.
El partido del extinto Sarkozy llevó la norma ante el Constitucional esta tarde, lo que complicará las cosas y únicamente dará marcha atrás a la opinión que el mundo guardaba sobre Francia: país avanzado, ilustrado y revolucionario. Ha demostrado que la mitad de su esencia es una sociedad hipócrita y más conservadora que tantos países a los que aleccionaron en el Nuevo Mundo. Un país como Uruguay aprobó la norma similar hace pocas semanas sin tanto revuelo mediático, votos en contra de diputados del gobierno e incluso con el favor de opositores conservadores de una fuerza que, como el Partido Colorado, recuerda los tiempos más oscuros de Latinoamérica.

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